Žižek es uno de los filósofos más famosos del mundo hoy. Quizá por su llamativa apariencia y actitud, sus polémicos trabajos o sus frases lapidarias, el filósofo esloveno (nacido en Liubliana en 1949) es uno de los más prolíficos y vendidos del género con unos 50 libros publicados. Filósofo marxista y crítico cultural, ha sido investigador del Instituto de Sociología de la Universidad de su ciudad natal, y profesor en las universidades de Columbia, Princeton, Michigan y la New School for Social Research de Nueva York. Veamos 10 claves para comprender el pensamiento de Žižek.
1 Lacan. No se puede entender la filosofía de Žižek sin su influencia lacaniana. De hecho, es uno de los representantes más importantes de la llamada «izquierda lacaniana». Se puede afirmar, sin ninguna duda, que Lacan es uno de los maestros de Žižek y de él es de quien toma las nociones más importantes de su pensamiento.
Del psicoanálisis lacaniano recogerá la idea de que el sujeto, el individuo, no es una entidad soberana, sino que nuestra identidad siempre presenta fracturas, brechas. El intento constante de cerrar estas fisuras es, para Lacan y para Žižek, lo que marca nuestra identidad como sujetos. Más que individuos cerrados, estamos en búsqueda constante de este cierre, de este aniquilamiento de las fisuras que nos constituyen.
Del psicoanalista francés, Žižek también recoge sus famosos registros de la realidad: el registro de lo imaginario, de lo simbólico y de lo real. Para Lacan, la realidad de nuestra psique (nuestra experiencia) puede entenderse como una combinación de estos tres registros. Lo imaginario corresponde a nuestro ego y a su formación; lo simbólico, a la realidad social que nos constituye como sujetos; y lo real atañe al mundo previo a ser atrincherado por el lenguaje (y al que no tenemos acceso).
Esta influencia psicoanalítica es crucial en Žižek porque, como veremos, infundirá un sentido totalmente nuevo a la noción marxista de ideología (su aporte, probablemente, más fundamental). Mientras que para Marx las personas actúan en contra de sus intereses por desconocimiento, para Žižek, lo harán a sabiendas, pues es un comportamiento que se localiza en el inconsciente.
Más que individuos cerrados, estamos en búsqueda constante de este cierre, de este aniquilamiento de las fisuras que nos constituyen
2 Marx. A pesar de su influencia lacaniana, Žižek es, sobre todo, un filósofo marxista. Esto quiere decir que hereda de Marx toda una filosofía política que se caracteriza por una determinada lectura de la realidad social o, mejor dicho, del capitalismo. Apologeta de la lucha de clases, conecta con la visión althusseriana del marxismo como ciencia.
Muy preocupado por la reproducción social del capitalismo, de Marx tomará fundamentalmente el concepto de ideología y la visión de la filosofía como filosofía de la praxis. En otras palabras, al igual que para Marx, para Žižek no se trata de interpretar el mundo, sino de generar un cambio en él a través de la reflexión filosófica.
Aunque es un marxista heterodoxo, pues actualiza y matiza las aportaciones del maestro, es considerado por buena parte de la filosofía política como un representante de la ortodoxia marxista por su lucha contra el posmodernismo (que veremos más adelante).
3 Hegel. La influencia del idealismo alemán en Žižek es una particularidad muy destacable de este filósofo. En contra del tópico marxista de que todo lo interesante de Hegel ya está en Marx, para Žižek —y como nos recuerda Germán Cano, profesor de Filosofía de la Universidad Complutense, de Madrid (España)— todo lo que aporta Marx ya está en Hegel.
De Hegel, Žižek toma la noción de dialéctica. Sin embargo, descarta el esquema tripartito hegeliano de tesis, antítesis y síntesis. En El sublime objeto de la ideología, Žižek descarta toda síntesis, toda posibilidad de conocimiento absoluto. Para Žižek, el antagonismo no se elimina, y cuando se hace, tiene consecuencias políticas nefastas. Visto en un ejemplo: es inherente a la democracia su antítesis —la corrupción—. Eliminar la corrupción liquida la democracia y nos lleva a un totalitarismo. Solo se puede salvar la democracia teniendo en cuenta su carácter paradójico, dice Žižek.
4 Ideología. Es el concepto más importante del pensamiento de Žižek. Lo aborda en su primer (y más influyente) libro: El sublime objeto de la ideología. Para Marx, la ideología era la explicación falsa de la realidad que las clases dominantes transmiten para impedir un cambio en el sistema. Para Žižek, el velo ideológico adquiere una extensión casi universal: es una estructura imaginaria extensible a todo ser humano.
Sin embargo, la diferencia con Marx es que la ideología para Žižek no es una cuestión de conocimiento, sino una cuestión práctica. Marx dijo: «Ellos no lo saben, pero lo hacen»; a lo que Žižek responde: «Ellos saben muy bien lo que hacen, pero aun así lo hacen». No es que no sepamos que nuestro ritmo de consumo, por poner un ejemplo, destruye el planeta (y eso va claramente en contra de nuestros intereses), sino que lo hacemos aun sabiéndolo, diría Žižek .
Por eso, para Žižek es absurda la crítica racional de la ideología que proponía Marx, porque no es un velo de ignorancia lo que provoca que nuestras acciones vayan a favor del sistema y en contra de nuestros intereses. La ideología se plasma en los humanos como una práctica inconsciente (herencia lacaniana) y no como mera ignorancia. Pero ¿por qué se queda la ideología? ¿Por qué hacemos lo que dicta el sistema aun sabiendo que responde a los intereses de unos pocos? ¿Por qué compramos un móvil de una marca concreta si es más caro y apenas es mejor que otros teléfonos? Porque gozamos con él.
5 El goce como factor político. ¿Por qué compramos camisetas que sabemos que hacen niños en talleres del sudeste asiático? En fin, ¿por qué se mantiene en nosotros la ideología? La respuesta de Žižek es contundente: porque gozamos con ella.
El goce, siguiendo a Lacan, se diferencia de la mera satisfacción corporal de las necesidades. El goce es la pulsión (nunca totalmente satisfecha) que un significante genera en nosotros. Žižek retoma este término para trasladarlo al campo de la política.
Un ejemplo muy analizado por Žižek es el antisemitismo en la República de Weimar de los años 30. ¿Por qué los trabajadores optaron por la opción nacionalsocialista en vez de por otras que les favorecían más? La respuesta para Žižek es sencilla: el discurso nacionalsocialista (y su posibilidad de revancha con una Alemania fuerte) capturó mucho mejor la subjetividad, sedujo mucho más que otro tipo de discursos más obreristas.
La ideología es el relato que nos contamos para entender la realidad, y hay relatos con los que gozamos más que con otros. Por eso es inoperante el desenmascaramiento ideológico en la sociedad de masas, porque lo que nos ata a la ideología no son prejuicios epistemológicos, sino un goce inconsciente.
Aunque es un marxista heterodoxo, pues actualiza y matiza las aportaciones del maestro, es considerado por buena parte de la filosofía política como un representante de la ortodoxia marxista por su lucha contra el posmodernismo
6 Posmodernismo. Es la bestia negra de Žižek. Toda su filosofía se alza en lucha contra el pensamiento de los autores posmodernos como Foucault, Negri, Deleuze o Laclau. De ellos le separa la concepción del sujeto. Žižek apuesta por un sujeto fuerte, heredero del idealismo alemán más clásico, mientras que los autores posmodernos habrían proclamado y abrazado la famosa «muerte del sujeto». Según Žižek, esta corriente es responsable de dos males de la filosofía actual: la hipertrofia ética y la ubicuidad de los estudios culturales. Veamos cada una por separado.
7 Los estudios culturales (o French theories) son, para Žižek, toda una forma de entender la política derivada de las premisas posmodernas. Tienen su origen en el mayo del 68 francés. Según Žižek, este acontecimiento consistió en una revuelta cultural más que en un acontecimiento político. Fue un proceso ambivalente porque, si bien es cierto que ampliaron el campo de lo político hacia cuestiones identitarias-personales, también favorecieron —para Žižek— un cambio en el capitalismo a su versión neoliberal actual.
El neoliberalismo, dice Žižek, no es un capitalismo meramente productivista, sino que es capaz de absorber —y generar ganancia a partir de— las demandas culturales-identitarias de estos movimientos. De esta manera, al dejar las cuestiones económicas u obreristas de lado, estos movimientos lejos de ser anticapitalistas le hacen el juego al sistema (que hace mercancía de sus deseos y proclamas).
Marx dijo: «Ellos no lo saben, pero lo hacen»; a lo que Žižek responde: «Ellos saben muy bien lo que hacen, pero aun así lo hacen»
8 La hipertrofia ética es otra consecuencia del posmodernismo para Žižek. Los autores posmodernos, como Foucault, habrían centrado la resistencia política en el cuerpo y en la subjetividad. Esto convierte a las cuestiones políticas (crisis ecológica, derechos de los animales, feminismo) en meras cuestiones individuales (no consumir carne, no comprar esto o aquello, ser de una determinada forma). Así, las cuestiones dejan de ser político-colectivas para ser ético-personales.
Este cambio es aprovechado por el capitalismo actual para hacer pasar el consumo de determinados productos «verdes» o «feministas» como acciones políticas. Todas estas reivindicaciones lo que hacen es consolidar la lógica capitalista porque tienen como foco principal el consumo y el individuo (aunque sea un consumo «verde» o «feminista»). Las luchas sociales, en lugar de devenir luchas anticapitalistas, son luchas que han consolidado la propia lógica del capital (se han posicionado frente al capitalismo sólo superficialmente).
Es inoperante el desenmascaramiento ideológico en la sociedad de masas porque lo que nos ata a la ideología no son prejuicios epistemológicos, sino un goce inconsciente
9 Fin de la historia. En 1992, Fukuyama declaró en su libro El fin de la historia y el último hombre el célebre fin de la historia. Según Fukuyama, la caída del muro de Berlín marcó el fin de los antagonismos políticos y sentenció la victoria de la democracia liberal. La historia —entendida hegelianamente como antagonismo— había llegado a su fin.
Para Žižek, este es otro de los desvaríos de nuestro tiempo y encubre la ideología muy extendida actualmente: que ya no hay ni historia ni ideologías. Žižek, que es un apologeta de la lucha de clases, cree que declarar el fin de la historia o de las ideologías provoca una naturalización del sistema capitalista y de la ideología burguesa actual.
10 Cultura popular. Si por algo es famoso Žižek es por la cantidad de formatos en los que divulga su obra y la enorme cantidad de productos culturales que analiza. De hecho, en sus libros, la mayoría de sus teorías son aplicadas a las películas de Hollywood más comerciales.
Esto ha permitido entender la cultura de masas como elemento central en la configuración de nuestros deseos. Estos deseos no emanarían de nuestra individualidad. Todo lo contrario: deseamos lo que deseamos porque la cultura de masas juega un papel crucial en moldear nuestro deseo. Quizá nuestros deseos los sentimos como personales y únicos, pero han sido generados a través de una socialización en los mass media.
Esta presencia en, y el análisis de, la cultura popular ha convertido a Žižek en un filósofo alejado de la figura clásica del intelectual académico. Frente a esta figura, Žižek no pretende ser un guía ni dar unas pautas desde una torre de marfil. Lo que pretende es un cambio subjetivo, ser un estímulo para la acción política.