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Secuestro de un misionero camerunés: la población, exhausta por la violencia, la inseguridad y el miedo

Puerto Príncipe. – «Esperábamos que la situación mejorara, en cambio, después de una pausa en Navidad todo ha vuelto a estallar», dice a la Agencia Fides el padre Antonio Menegòn, misionero camilo (MI). El sacerdote se refiere al reciente secuestro del misionero claretiano, el padre Antoine Macaire Christian Noah, que el 7 de febrero se dirigía a su comunidad de Kazal, cuando fue secuestrado por una banda de delincuentes que luego pidieron un rescate a la Iglesia local.

“Entre los últimos episodios denunciados por nuestros hermanos Camilos en Haití – continúa el padre Menegòn – la semana pasada se produjo un violento ataque contra un instituto de religiosas brasileñas en Puerto Príncipe. Los delincuentes se lo llevaron todo y emplearon la violencia contra las hermanas”.

Por desgracia, no sólo la violencia y la devastación persisten en la isla desde hace años (véase Fides 11/12/2021). La corrupción y los abusos de poder también han alcanzado niveles muy altos, y se dan contra las organizaciones que se aprestan a llevar ayuda a la población exhausta. “Últimamente, para llevar uno de nuestros camiones de ayuda desde Puerto Príncipe hasta Jeremie, una ciudad remota devastada por el terremoto del 14 de agosto de 2021, donde la población realmente no tiene nada, hemos tenido que pagar a las distintas bandas de delincuentes por cada ruta recorrida para llegar a nuestro destino.

El padre Massimo Miraglio, que es el único camilo italiano presente en Haití, acude periódicamente a estas zonas montañosas. Intenta ofrecer a la población un mínimo de ayuda, es párroco, está construyendo una escuela, hará una clínica y una pequeña capilla. Junto con su grupo, recorren horas de caminos escabrosos para transportar pupitres escolares y otros artículos de primera necesidad, utilizando mulas, hasta las zonas más aisladas de las montañas de Jeremie”.

“El año pasado – recuerda el P. Menegòn – nuestros hermanos de Jeremie encontraron pueblos destruidos, totalmente aislados, y organizaron dispensarios de campaña y clínicas móviles en esta zona muy remota y de difícil acceso”.

Fuente :
AP (Agencia Fides)

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